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SuscribirmePor Juan José Ruiz.
Llevamos semanas atentos a lo que pasará en el Palacio de Westminster, a los pies del conocido Big Ben. No hay duda que un Brexit duro y sin acuerdo, hará repicar las campanas.
El impacto no será pequeño en nuestra área de influencia más cercana, donde las exportaciones del sector hortofrutícola al Reino Unido (por poner solo un ejemplo) suponen un porcentaje significativo de nuestro PIB. Las posibles restricciones al tráfico de mercancías y mayores inspecciones fronterizas, así como la eventual aparición de tasas y aranceles pueden ciertamente tener un impacto relevante en nuestros beneficios: ¿quién asumirá, en su caso, el pago de estos costes?
Nuestras empresas no tienen por qué esperar a la compleja evolución de las negociaciones de los convenios bilaterales o internacionales que regularán subsidiariamente las relaciones comerciales entre exportadores e importadores, sino que deben aprovechar la ocasión para desempolvar los cajones y revisar cuáles son los términos comerciales que tienen suscritos con sus clientes y distribuidores ingleses.
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